martes, 17 de agosto de 2010

Necesidades sociales, instituciones sociales y la Iglesia



La Iglesia pierde terreno poco a poco ya que ha tenido que ceder ante las necesidades reales del individuo en la sociedad. Las autorizaciones del matrimonio entre personas del mismo sexo en varios estados de los Estados Unidos, en el D.F. en México, en Argentina y las iniciativas en Chile y en otros lugares, así como las autorizaciones para que estos puedan adoptar niños en algunos países, han sido una bofetada a las ideas conservadoras que la Iglesia ha mantenido respecto de lo que esta considera como familia y los objetivos que esta ha predeterminado que debe alcanzar. Gracias a su influencia en la legislación de muchos países, la Iglesia ha logrado que la normas legales resguarden sus ideas y estas se mantengan inmutables, pese a que existen necesidades reales que deben ser reguladas.

Afortunadamente esa situación ha ido cambiando y, obviamente, las reacciones no se dejan esperar. Una de ellas es la que publica en diario La Jornada donde informa que la Iglesia invita "... a castigar en las urnas a partidos que “atentan” contra la fe". La Iglesia pretende de esta forma injerir en las decisiones políticas de personas que deberian valorar a un candidato o candidatos a cargos públicos por su capacidad real y objetiva y no por responder a intereses subjetivos y parciales. No podemos dudar que la injerencia de la Iglesia es real y pretende varios objetivos claros: influenciar las decisiones legislativas y políticas cuando no responden a sus intereses; regular y legislar a su favor, sin importar si esto va en detrimento de individuos que no comparten dicha creencia; organizar a sus seguidores de modo que puedan castigar, llegando incluso a la invitación a la desobediencia civil basada en creencias, cuando se han tomado decisiones que no les favorecen.

En Guatemala no hemos llegado hasta puntos donde se tenga una injerencia tan obvia, pese a las constantes homilías del Cardenal Toruño. Sin embargo, tal y como Luis Figueroa en su blog Carpe Diem, ha expuesto en la entrada denominada La libertad y los vínculos matrimoniales al tocar el tema del divorcio:

... las Iglesias cristianas y el gobierno pretenden que el matrimonio sirva a sus intereses, y no a los de los contrayentes. La Iglesia católica, por ejemplo, hace de menos el carácter contractual del matrimonio, al asegurar, en su catecismo, que no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio. Esto es, a pesar de que el carácter contractual del matrimonio tiene una importante tradición -aún dentro de la Iglesia Católica- porque, aunque el Código de Derecho Canónico vigente se refiere a la alianza matrimonial, el Codex iuris canonici de 1917, resaltaba el matrimonio como contrato, según cuenta Antonio Benlloch... En tales condiciones es evidente que la ley y una institución jurídica están siendo usadas de forma incorrecta para imponerle a todos, en la sociedad, objetivos propios de algunos integrantes de la misma. El propósito de este análisis no es moralizar sobre la ley, como no lo es cuestionar, y menos poner en duda, la validez de aquellos objetivos –en cuando sean fines individuales–. Lo que sí se busca con él es establecer como ilegítimo que aquellos fines le sean impuestos a una situación contractual como el matrimonio, que le sean impuestos en el contexto de un kosmos y que, de todas formas, tanto en este como en cualquier otro caso en el que el Gobierno crea derechos y obligaciones por medio de normas legales, estas deben aplicarse con estricto apego al principio de igualdad de hombres y mujeres ante la ley.
Si bien en Guatemala la ley establece que el matrimonio es una institución social no un contrato, aquellas (las instituciones) indiscutiblemente sirven para que el individuo pueda desarrollarse y cumplir con ciertos objetivos. No son metas ni objetivos a alcanzar, sino que son medios para alcanzar los objetivos individuales. El problema se da cuando se pretende que estas se conviertan en el fin invariable e inmutable que todo individuo debe perseguir al acogerse en dicha institución, sin tomar en cuenta que estas deben evolucionar a la par de las necesidades que se le requieran.

Esto es lo que la Iglesia no permite: la mutación y evolución de la institución del matrimonio para que responda a fines y objetivos que desarrollen al individuo de acuerdo a sus propias necesidades, sino que pretende que esta funcione para perpetuar y proteger las ideas y principios que dicha institución tiene respecto de lo que para ella es un matrimonio y una familia, sin que esto represente obligatoriamente las necesidades reales. La Iglesia considera que tiene la razón universal y que todos, católicos o no, deben regirse por sus normas. De ser por ella, la libertad de escoger quedaría relegada a segundo plano.


En las imágenes: tres tipos de familias que actualmente existen en nuestra sociedad: familia con padres heterosexuales, familia con padres homosexuales y familia monoparentales. La Iglesia sólo fomenta la primera, obviando la existencia real de las otras dos.

No hay comentarios: