
En las últimas 3 entregas de ¿Por qué aún aceptamos la religión? nos hemos referido a que brinda Pseudorespuestas sencillas y simples a problemas complejos, que las religiones se encuentra arraigadas a nuestras costumbres e instituciones sociales y que nos da promesas, por lo que en esta entrada me referiré a que la religión legitima y da sentido de permanencia al ser humano.
Cada religión crea un universo de acción específico dentro de cada sociedad compuesto de ritos, creencias e incluso lenguaje propio. A este universo de acción se puede acceder sí y sólo sí se acepta profesar las creencias que fundamentan la religión y se realizan los ritos correspondientes. Dicha situacion, es decir la aceptación de una religión, genera la legitimación de quien entra a pertenecer en ese círculo. De este modo el ser humano que desee formar parte de un grupo con las mismas creencias y fines y por ello ser aceptado como un creyente más, debe aceptar cumplir con los ritos y creer en las ideas y dogmas que la religión pregona. Está claro que el ser humano forma grupos para poder subsistir, desarrollarse y complementarse tanto física como mentalmente de modo que la importancia de formar estos grupos con ideas afines y pertenecer a ellos es muy importante.
La cuestión acá es que la pertenencia a un grupo religioso normalmente está ligada a la pertenencia dentro de la sociedad. La aceptación de las ideas o normas religiosas está relacionado con la aceptación de las ideas sociales y, por lo tanto, la legitimación como miembro de una religión lo hace también legitimo miembro de la sociedad. En muchos casos el dejar de formar parte de la religión conlleva necesariamente la exclusión de la esfera social de amigos, compañeros e incluso la familia.
Esta situación se ve ampliamente ejemplificada en prácticamente todos los ritos de iniciación de distintas sociedades que no dejan lugar a dudas que están estrechamente ligadas con el ámbito

Por otra parte, la repetición común de rituales y la aceptación de creencias presentan al ser humano un ambiente de seguridad al formar parte de la colectividad. Sabe que otros tienen las mismas creencias que él y por lo tanto espera que tengan las mismas actitudes respecto de ciertas situaciones. Espera que se persigan los mismos objetivos a través de los mismos procesos predeterminados. Esta situación le proporciona cierta certeza respecto de algunas situaciones y le da pertenencia dentro del grupo al saber que tanto él como los demás miembros consideran por veraces ciertas ideas y pretenden alcanzar los mismos fines.
La cuestión acá es determinar si la religión cumple efectivamente estos fines de legitimación y pertenencia ya que en muchos casos la pertenencia a las religiones está supeditada a la amenaza de un castigo en caso de retirarse o el beneficio de un premio en caso de cumplir con las ideas religiosas. De este modo, se genera de forma indirecta una obligación de pertenecer a una religión. Aunado a ello podemos mencionar el estigma social de quienes no pertencen a ninguna religión o quienes incumplen con las normas de pertenencia, en cuyo caso se genera discriminación y desigualdad respecto de otros miembros de la sociedad que no comparten las mismas ideas. Finalmente la pretenencia y legitimación a la sociedad no debería estar supeditada al cumplimiento de ritos o la aceptación de ideas religiosas.
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