La
Declaración de Manhattan (abajo la versión en español resumida) es una declaración conjunta realizada por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y las iglesias evangélicas y anglicanas de los Estados Unidos, el viernes 20 de noviembre en el National Press Club di Washington.
Dichas instituciones religiosas han unido las ideas y creencias que tienen en común para realizar una declaración que contienen sus propios prejuicios.
La declaración se refiere a tres puntos básicos:
- Defensa de la vida, condenado el aborto, el suicido asistido y la eutanasia.
- Defensa del matrimonio, condenando cualquier unión que no sea hombre mujer.
- Aboga por el respeto a la libertad religiosa y la objeción de conciencia y estableciendo la posibilidad de no acatar normas que sean "injustas".
Personalmente me llama mucho la atención de la postura católica. Según ellos, la única forma de salvarse es estando dentro de la Iglesia, por lo que ortodoxos y evangélicos no son personas salvas. Pese a ello (tal es el caso del
llamado que hizo Benedicto para aceptar anglicanos) prefiere dejar de lado esas pequeñeces (como unirse a quienes se irán al infierno) y congregarse en lo que les une con otras creencias: los dogmas absurdos, la discriminación y los abusos, entre otros aspectos.
La finalidad de esta declaración es generar un grupo de presión al Gobierno gringo, específicamente a Obama y, para ello, invita incluso a la desobediencia civil respecto de aquellas leyes que ellos mismos deciden que son "injustas".
La declaración es más peligrosa de lo que aparenta toda vez que para el fanático lo justo o injusto no lo decide un juez o una "autoridad terrenal", sino Dios a través de su "delegado en la tierra", quien a su vez responde (en el mejor de los casos) a lo que él cree que "dios" quiere... no está de más considerar que confiar en quien depende de un ser que no se comunica claramente de forma alguna resulta bastante riesgoso para todos.
Estas ideas de lo que Dios quiere han sido las generadoras de guerras de todo tipo: Las Cruzadas son un buen ejemplo de ello. En éstas se les hizo creer a los cristianos de ese tiempo que Dios quería recuperar las tierras sagradas en manos de los infieles. El resultado: sufrimiento, enfermedades, muertes.
También es importante determinar que lo justo o injusto no resulta ser un valor absoluto y que finalmente, lo que probablemente sea injusto para ellos, será justo para una pareja del mismo sexo que pretenda casarse o una mujer que decide que interrumpirá el embarazo, producto de una violación.
Lo que efectivamente debe quedar claro es que cualquier norma o directriz religiosa que estas instituciones deseen darle a sus fieles debe enmarcarse dentro de sus atribuciones, sin injerir, de forma alguna, con la actividad del Gobierno ni ejercer presión sobre actividades estatales.
Asimismo que las normas o directrices que fijen para sus miembros, deben aplicarse a sus miembros y NUNCA a toda la colectividad, situación que estos religiosos no toman en cuenta al solicitar respeto a sus creencias o ideas, pregonando que todo debe respetar su forma de pensar PERO ellos no respetan las de quienes no forman parte de su congregación
Del mismo modo es importante que el Gobierno, a no ser que exista un riesgo respecto de la seguridad individual o colectiva, no injiera en las actividades de estas instituciones religiosas PERO tampoco debe dejarse manipular por ideas que se escudan bajo el argumento de "violación a la libertad religiosa" u "objeción de conciencia" para no acatar normas legalmente emitidas que efectivamente normen realidades sociales que deben ser debidamente reguladas, toda vez que dichas normas deben responder ante la necesidad real y tangible de individuos y no ante seres mágicos o fantásticos.
Para quien desee leer acá
Manhattan Declaration Executive Summary: clic para ver u ocultar (+/-)
20 de noviembre de 2009
Los cristianos, cuando han dado vida a los más altos ideales de la propia fe, han defendido al débil y al vulnerable y han trabajado incansablemente para proteger y reforzar las instituciones vitales de la sociedad civil, comenzando por la familia.
Somos cristianos ortodoxos, católicos y evangélicos que se han unido en esta hora para reafirmar verdades fundamentales sobre la justicia y el bien común, y para hacer un llamado a nuestros conciudadanos, creyentes o no creyentes, para que se unan a nosotros en la defensa que hacemos de ellos. Estas verdades son (1) la sacralidad de la vida humana, (2) la dignidad del matrimonio como unión conyugal del esposo y la esposa, y (3) los derechos de conciencia y libertad religiosa. En la medida que estas verdades son fundamentales para la dignidad humana y el bienestar de la sociedad, son inviolables y no negociables. Dado que están sometidos cada vez más al ataque de poderosas fuerzas en nuestra cultura, hoy nos sentimos en el deber de alzar nuestra voz en su defensa, y de comprometernos en rendirles honor, sin importar las presiones que nos sobrevengan sobre nosotros y nuestras instituciones para que los abandonemos o que cedamos respecto a ellos. Hacemos este compromiso no como partidarios de un grupo político, sino como seguidores de Jesucristo, el Señor crucificado y resucitado, que es el Camino, la Verdad y la Vida.
Vida humana
Las vidas de los no nacidos, de los discapacitados y de los ancianos están cada vez más amenazadas. Mientras la opinión pública se ha movido en una dirección ‘pro-life’, fuerzas poderosas y decididas están trabajando para expandir el aborto, la investigación que destruye embriones, el suicidio asistido y la eutanasia. A pesar de que la protección del débil y vulnerable es la primera obligación del gobierno, hoy el poder del gobierno está frecuentemente enlistado en la causa de promover lo que el Papa Juan Pablo II llamó “la cultura de muerte”. Nos esforzamos en trabajar incesantemente por la igual protección de todo ser humano inocente en cualquier etapa de desarrollo y en cualquier condición. Rechazaremos el permitirnos a nosotros o a nuestras instituciones el involucrarnos en la eliminación de una vida humana, y daremos nuestro apoyo de todas las formas posibles a aquellos que, en conciencia, hagan lo mismo.
Matrimonio
La institución del matrimonio, ya herido por la promiscuidad, la infidelidad y el divorcio, está en riesgo de ser redefinido, y por lo tanto, trastornado. El matrimonio es la institución originaria y más importante para sostener la salud, la educación y el bienestar de todos. Donde el matrimonio es erosionado, surgen las patologías sociales. El impulso de redefinir el matrimonio es un síntoma, más que la causa, de la erosión de la cultura del matrimonio. Ello refleja que ya no se entiende el significado del matrimonio como incorporado en nuestras leyes civiles así como en nuestras tradiciones religiosas. Es decisivo que ese impulso sea resistido, ya que ceder al mismo significaría abandonar la posibilidad de restaurar una justa concepción del matrimonio, con ello, la esperanza de una saludable cultura del matrimonio. Pondrá en su lugar la falsa y destructiva creencia de que el matrimonio es lo mismo que una aventura sentimental y otras satisfacciones para personas adultas, y no por su naturaleza intrínseca, con el único carácter y valor de acto y relación cuyo significado está dado por su capacidad de generar, promover y proteger la vida. El matrimonio no es una “construcción social”, sino más bien una realidad objetiva: la unión pactada ente esposo y esposa, que es deber de la ley reconocer, honorar y proteger.
Libertad religiosa
La libertad de religión y los derechos de conciencia están gravemente en peligro. La amenaza a estos principios fundamentales de justicia es evidente en los esfuerzos por debilitar o eliminar la objeción de conciencia para los profesionales y las instituciones de la salud, y en las disposiciones antidiscriminatorias que son usadas como armas para forzar a las instituciones religiosas, de caridad, negocios, y proveedores de servicios el aceptar (y hasta facilitar) actividades y relaciones que juzgan inmorales, o que van más allá del negocio. Los ataques a la libertad religiosa son serias amenazas no sólo para los individuos, sino también para las instituciones de la sociedad civil incluyendo a las familias, caridades y comunidades religiosas. La salud y bienestar de esas instituciones ofrecen un indispensable amortiguador contra el prepotente poder de gobierno y es esencial para el florecimiento de cualquier otra institución – incluyendo el mismo gobierno – de la que la sociedad depende.
Leyes injustas
Como cristianos, creemos en la ley y respetamos la autoridad de los gobernantes terrenos. Consideramos un privilegio especial el vivir en una sociedad democrática donde las exigencias morales de la ley son aún más fuertes en nosotros en virtud de los derechos de todos los ciudadanos a participar en el proceso político. Pero también en un régimen democrático, las leyes pueden ser injustas. Y desde el inicio, nuestra fe nos ha enseñado que la desobediencia civil es necesaria frente a leyes gravemente injustas o leyes que pretenden que hagamos lo que es injusto o inmoral. Tales leyes carecen del poder vinculante en conciencia porque ellas no pueden reivindicar ninguna autoridad más allá de la mera voluntad humana.
Por lo tanto, ha de saberse que no daremos nuestro consentimiento a ningún edicto que nos obligue a nosotros o a las instituciones que dirigimos a participar en o facilitar abortos, investigaciones que destruyen embriones, suicidio asistido, eutanasia, o cualquier otro acto que viole el principio de la profunda, inherente e igual dignidad de todo y cada uno de los miembros de la familia humana.
Además, ha de saberse que no nos inclinaremos ante ninguna regla que nos obligue a bendecir asociaciones sexuales inmorales, a tratarlas como matrimonios o sus equivalentes, o que nos impida proclamar la verdad, como la conocemos, sobre la moralidad, el matrimonio y la familia.
Además, ha de saberse que no nos dejaremos reducir al silencio o a la aceptación sumisa o a la violación de nuestras conciencias por ningún poder en la tierra, sea este cultural o político, sin importar las consecuencias que esto pueda tener para nosotros“.
Daremos al César lo que es del César, en todo y con generosidad. Pero bajo ninguna circunstancia le daremos al César lo que es de Dios.
3 comentarios:
"me llama mucho la atención de la postura católica. Según ellos, la única forma de salvarse es estando dentro de la Iglesia, por lo que ortodoxos y evangélicos no son personas salvas. Pese a ello prefiere dejar de lado esas pequeñeces (como unirse a quienes se irán al infierno) y congregarse en lo que les une con otras creencias: los dogmas absurdos, la discriminación y los abusos"
No podría estar más de acuerdo. Estos oscurantistas coaligados intentan frenar el cada vez mayor descrédito de las religiones generando un grupo de presión para, obviamente, salvar el negocio de sus iglesias.
Saludos.
La verdad es que sí suena muy peligroso. Por lo visto ellos tienen derecho a abstenerse de cumplir las leyes civiles que vayan contra sus creencias religiosas pero nosotros no tenemos derecho a abstenernos de cumplir las leyes de un dios que no existe. ¿Hasta cuando vamos a tener que soportar los privilegios de las religiones? Que hagan lo que quieran con su vida, me parece muy bien que vivan según las normas de su secta, que se guíen por un texto escrito por algún esquizofrénico de hace 4000 años, pero ellos tendrán que dejarnos a los demás vivir en una sociedad libre de supersticiones absurdas.
Gracias por los comentarios:
Personalmente veo peligrosa la injerencia de instituciones religiosas en el campo legislativo, sobre todo si estas están a disposición de un ser imaginario que sólo ellos conocen.
Saludos
Publicar un comentario