miércoles, 18 de febrero de 2009

Nuevamente la Iglesia se inmiscuye donde no le corresponde.


Desde siempre la Iglesia se ha inmiscuido (sin motivo sustentado) en las decisiones personales de los individuos que conforman su redil.

Ahora Benedicto ha dicho que los políticos y legisladores católicos no pueden apoyar el aborto. Dicha declaración es el resultado y la consecuencia de las nuevas políticas gringas respecto del tema desde la entrada de Obama al poder, situación que fuera tratada en ésta entrada y ésta otra.

En las declaraciones de Benedicto se manifiesta que

"... la enseñanza de la Iglesia sobre la dignidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural..."
y que se

"... imponen - esas enseñanzas- a todos los católicos, y especialmente a los legisladores, juristas y a los responsables del bien común de la sociedad, para trabajar en cooperación con todos los hombres de buena voluntad en la creación de un sistema de leyes justo capaz de proteger la vida humana en todos las etapas de su desarrollo".


De esas declaraciones -cargadas de falacias, como que aquellos que no compartan esas ideas son personas de mala voluntad- se desprende una órden directa del máximo jerarca católico: legisladores, juristas y responsables del bien común de la sociedad, inmiscuyan sus creencias en cuestiones meramente legales por que se les ordena.

"Bravo" dirán sus borregos y dejarán que se decida por ellos, nuevamente, sin pensar y sin considerar que las decisiones no religiosas ni personales, aquellas legales donde el Estado es independiente de la Iglesia, deben ser tomadas sin la injerencia de ésta.

Independientemente de la viabilidad o no del aborto o de sus dilemas morales, resulta indiscutible que la órden de Benedicto constituye una obligación indefectible de cumplimiento necesario para los fieles católicos (juristas, funcionarios) ya que si actúan de otro modo, estarán en contra del representante de Dios en la tierra... por lo que deberán tirar por la borda sus obligaciones como funcionarios públicos y sus obligaciones ante el Estado de dejar de lado sus intereses personales y velar por el cumplimiento objetivo de la ley y el bien común, en respeto de los derechos individuales y sin coacciones o amenazas solapadas como las realizadas por Benedicto.

2 comentarios:

Bayo dijo...

Hola:

Por muchos motivos las personas prefieren ser parte del rebaño y no pensar, por ejemplo, por comodidad, por no darse cuenta de su condición.

Para que un país mejore, sus líderes deben velar por el bien común y no por el personal. Cuando estos gobiernan pensando que su religión es la correcta, se olvidan que hay otras religiones y que todas son válidas.

Saludos.

Bayo

Unknown dijo...

Tienes toda la razón. Los funcionarios públicos hacen un juramento de lealtad al Estado y no a sus intereses o creencias personales pero la Igelsia, con estas actitudes, les pide que obvien esas condiciones y hagan lo que les piden o si no, pues se irán al infierno...

Saludos.