miércoles, 28 de julio de 2010

La paradoja de Epicuro aplicada


El precio de ser omnisciente, omnipresente y todopoderoso es que no se puede alegar ignorancia. Al saberlo todo y verlo todo, se tiene acceso a toda la información y, al ser todopoderoso el no hacer algo para evitar el "mal" pondría dicho ser en un entredicho. Ya lo resumió Epicuro en su paradoja del mal:

¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces sería impotente. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De donde surge entonces la maldad? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?


Y es que hay cosas que no parecieran tener razón o motivo desde el punto de vista del creyente, como que un bebé de seis semanas pueda morir ahogado mientras era bautizado por un cura, por ejemplo. Si pensamos que todo tiene un motivo o un porqué, sujetamos los accidentes a voluntades imaginarias que tienen caminos prefijados. Aplicando entonces la paradoja de Epicuro resultaría que ese Ser no sólo sería despreocupado sino que además, sabiendo de antemano lo que ocurriría, estando siempre presente y pese a que pudiendo ayudar no lo hace, sería malvado.

Pruebas de fe, la mejor excusa del creyente. Accidentes, casualidades, eventualidades, situaciones que escapan del control del ser humano, la realidad.

No hay comentarios: