jueves, 29 de julio de 2010

¡Viene Don Bosco!... bueno, su cadáver

Y es que dentro de las macabras tradiciones católicas está la veneración (y ahora viaje internacional) de partes de "santos" o, en este caso, el cuerpo completo. La Iglesia ha logrado explotar a su máximo nivel la fascinación que el ser humano ha sentido siempre por la muerte hasta el punto de hacer que miles de personas veneren un féretro, especialmente si el mismo se encuentra bien conservado.

Pero ¿a qué se debe el fenómeno? además del argumento de autoridad y las órdenes propias de la Iglesia para que exista veneración hacia este tipo de objetos la cuestión es más profunda: es importante tener claro que si existe una constante en todas las religiones esa no es la lucha entre el bien y el mal o la existencia de un ser superpoderoso, sino que es la clara diferenciación entre lo que es sagrado y lo que no lo es, aquello que es profano.


Dicha diferenciación nace de situaciones meramente subjetivas y variables. Venerar un pedazo de madera tallada, un animal, un cadáver o una cruz, considerar sagrado un pedazo de pan o la Meca no tiene una verdadera diferencia objetiva toda vez que el creyente venera lo que el objeto representa, no el objeto en sí mismo, entrando en juego la valoración
personal de cada uno. Muchas veces la valoración es compartida por otros como parte de la comunidad y es por ello que se dan las veneraciones conjuntas de este tipo de objetos, pero finalmente esa calidad de sagrado del objeto es algo que ha existido independientemente del esquema religioso imperante y el motivo para ello es claro: lo sagrado representa para el individo la materialización física de su creencia. Derivado de las faltas de pruebas reales respecto de la existencia del dios de turno, el creyente transfiere al objeto sagrado parte de la idea de divinidad y centra en éste (al menos temporalmente) parte de la atención y veneración que correspondería a su dios. Sirve para sustentar su fe.

El caso es que no es nada nuevo y objetos sagrados han existido en todas las religiones, han variado y mutado o desaparecido, pero no por ello han representado la existencia de uno o mas dioses ya que la determinación de lo que es o no sagrado es variable, subjetivo y cambiante, no intríseco del objeto.

Viene el cadáver de Don Bosco por lo que habría que revisar la creencia para considerar que pensaría el creyente si en iguales circunstancias se trajera a Guatemala y se pretendiera venerar el féretro de un "santo" no católico... qué diferencia real existe entre una veneración y otra.

1 comentario:

Mati Díaz de San Pedro dijo...

Me llama profundamente la atención el hecho de que la exposición del cuerpo incorrupto de San Juan Bosco lo presentes como la veneración de un féretro o que digas que fenómenos difícilmente explicables como la no- corrupción de un hombre muerto hace tiempo sirve para fundamentar la fe de los creyentes.

Las curaciones milagrosas, y otros fenómenos como la incorrupción NO son objeto de fe ni mucho menos fundamento. La fe del católico se basa en la Revelación y en la razón iluminada por la misma fe.

Yo diría mas bien que la incorruptibilidad, etc son sobretodo una pregunta lanzada al aire a los no creyentes que basan su ateismo en la falta de pruebas materiales y concretas de que la naturaleza sigue sus leyes inexorablemente tras la muerte sin trascendencia posible. Y me pregunto ¿Quién habrá impreso en la naturaleza, la materia, esas leyes tan irrefutables? ¿Y cómo explica un ateo que se conserven cuerpos de niños mártires desde las persecuciones romanas?.

Si piensas, tienes la posibilidad de dudar cuando no hay respuestas científicas para sucesos como el cuerpo de Don Bosco.