miércoles, 17 de junio de 2009

Falacias del Catecismo Católico: Capítulo 1o. El Hombre es "capaz" de Dios


El Catecismo de la Iglesia Católica es un libro cuyo objetivo es ser el manual de todo católico.

Es el libro utilizado para inculcar esa religión en los niños desde pequeños.

Resulta redundante manifestar que nace de la idea que Dios existe (argumentum ad ignoratiam) sin prueba alguna y gira, en su totalidad, sobre dicha idea.

Es el caso que aunada a dicha falacia, el documento incurre una inmensidad de falacias, tales como las que se mencionan en cada uno de los links de la entrada de modo que haciendo clic en cada uno, podrás revisar qué falacia es.

Empiezo por el Capítulo 1o. aunque tiene un prólogo que se refiere básicamente a lo expuesto anteriormente.

CAPÍTULO PRIMERO:
EL HOMBRE ES "CAPAZ" DE DIOS


I. El deseo de Dios




27 El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:

La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).


28 De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado a su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:

El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos
(Hch 17,26-28).

30 "Se alegre el corazón de los que buscan a Dios" (Sal 105,3). Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, "un corazón recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.

Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene medida. Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere alabarte. Tú mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti S. Agustín, conf. 1,1,1).



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