Tras ocho años de discusión en el Congreso, la Cámara de Diputados sancionó una ley que permite a un paciente pedir que no se prolongue su vida si en el futuro sufriera una enfermedad terminal.
Una persona libre, consciente y en ejercicio de todas sus facultades volitivas decide de forma autónoma y voluntaria que no desea perder su dignidad o padecer innecesariamente en caso sufriera una enfermedad terminal, incurable e irreversible ¿existe alguna forma más amplia de libertad?
Si la persona está discapacitada, puede hacerlo la unanimidad de sus familiares y, en todos los casos, con el dictámen técnico de un profesional de la medicina.
Casos como el de Eluana Englaro o Terri Shiavo nos permiten darnos cuenta de los problemas y pesares que pueden ocurrir cuando no se encuentra debidamente regulados los derechos individuales, prestándose a la manipulación de ciertos grupos que se han arrogado la defensa de la vida humana... cuando les conviene.
Bien por Uruguay que reconoce el derecho de las personas de decidir sobre ellas mismas. Un aplauso.
Esperemos que no se dejen persuadir por aquellos que utilizan y manipulan para sus propios beneficios las concepciones de vida, seguridad colectiva o valores, los cuales aplican relativamente y a su conveniencia.
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