miércoles, 1 de diciembre de 2010

Descartando los argumentos "Las Crueldades del Ateísmo" de Peter Masters (III)


Continúo con la entrada de ayer y el lunes:

Tercer punto: 3. ¿Por Qué Debemos Considerar al Ateísmo como Pecado?

Lo primero que debemos decir sobre el ateísmo es que a los ojos de Dios no es una opción intelectual creíble, sino un pecado. De hecho, según la Biblia, es peor que el pecado de homicidio. ¿Cómo puede ser que, rehusar creer en Dios sea peor que el homicidio? La respuesta es que la incredulidad está detrás del homicidio, al igual que está detrás de cada pecado. La incredulidad (el ateísmo) es la que niega la existencia de Dios, rechaza todas Sus normas morales y borra cualquier idea de que un día el pecador tendrá que rendir cuentas a Dios por todas sus obras. La incredulidad es lo que da al pecador 'libertad' para hacer lo peor. Por lo tanto, la incredulidad es lo que da rienda suelta a todo el mal.


Explicación del noveno argumento absurdo: Nuevamente el autor liga (sin motivo) la creencia con el respeto de las normas. Considera que toda norma nace de la voluntad de Dios y que estas son normas divinas y, de esta forma, concluye que es la incredulidad la que da rienda suelta a todo el mal, es decir que los incrédulos somos quienes generamos la maldad.

Una afirmación de ese tipo nos asegura que el autor desconoce completamente los fundamentos de la acción humana.  Todas las acciones conllevan una evaluación de costo-beneficio y, finalmente la decisión de ejecutar un acto se toma en relación al beneficio que se obtendrá. Obviamente en dicha evaluación se toma en cuenta el costo de oportunidad incluyendo la necesidad del momento, el valor del beneficio a corto, mediano y largo plazo e, incluso, en cierto momento las creencias. Sin embargo es absurdo pretender que el mal se deriva de la incredulidad per se descartando cualquier otro factor sin ningún motivo real. Es por ello que el razonamiento deviene vago e infundado toda vez que como hemos mencionado no existe motivo real y sustentado para considerar que única y exclusivamente corresponde al incrédulo (al ateo) la maldad del mundo. Asimismo el autor aplica su razonamiento únicamente a los incrédulo de su dios, cuando él mismo es incrédulo de todos los demás y rechaza las costumbres y conductas religiosas de otros, descartándolas sin motivo más que considerar que su creencia es la correcta. 


Una de las críticas más leves que se pueden aplicar al ateísmo es que es orgullosamente malagradecido. El ateo dice, "no le debo nada a nadie. Estoy aquí, existo, soy un ser humano, y no tengo la intención de reflexionar acerca de dónde vengo ni cómo vine aquí. En lo que a mí concierne, no le debo gratitud alguna a ningún Creador." Así es el ateísmo. Es la actitud de un niño altamente consentido que se considera a sí mismo el centro y único objeto del universo, y que ve a sus padres, que son fuente de todos sus beneficios, como sirvientes que le deben todo.

Explicación del décimo argumento absurdo: Siempre me ha impresionado como el creyente recrimina al ateo que es orgulloso cuando es completamente al revés. Es el creyente quien dice tener la verdad absoluta e irrefutable, es quien dice ser hijo de un Dios, es quien dice que le espera un mundo exclusivo para quienes creen como él y que los demás serán condenados, es quien dice que con pedirle a su Dios puede cambiar la realidad a su beneficio, es el quien se considera una creación única y centro de la atención divina... y el ateo es orgulloso...

Es mentira además que el ateo no reflexione acerca de los misterios de la vida, de la muerte, de la eventualidad, etcétera. La diferencia es que los ámbitos de reflexión son completamente distintos entre ateos y creyentes. Para el ateo es una búsqueda constante de conocimiento objetivo, descartando ideas y aceptando otras que son mejores y más sustentadas y evaluando cuales explican mejor la realidad que percibimos. Para el creyente la búsqueda inicia y finaliza en la idea que tiene de Dios, esa es su respuesta para las preguntas que le preocupan y es la respuesta final a cualquier duda sin respuesta testada. Para un ateo la ignorancia de ciertos aspectos aún no develados resulta ser sino un reto para el conocimiento, para un creyente la respuesta final a estos aspectos será dios. Es por ello que la postura donde se acepta que no todo se conoce ni se tienen todas las respuestas es indispensable para avanzar en la búsqueda del conocimiento, mientras la postura que considera tener dichas respuestas es una barrera.



Continuaremos otro día con los siguientes puntos...

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