miércoles, 24 de junio de 2009

Lo absurdo y el riesgo de arbitrariedad cuando religión y Estado se confunden


¿Te sientes libre de vestirte como quieres en nuestros países occidentales?

Simplemente debes vestirte y sabrás que, siempre y cuando te tapes lo suficiente, no serás objeto de algún tipo de coerción estatal que te ponga tras las rejas.

Eso se debe a la correcta y legal determinación de las obligaciones que como ciudadano tienes basado en el principio de legalidad jurídica, es decir que tus obligaciones están determinadas en normas debidamente emitidas por el órgano correspondiente: estás seguro que puedes hacer todo lo que la ley no te prohibe (libertad de acción) y sabes cuales son tus derechos y obligaciones (certeza y seguridad jurídica).

Estas son garantías básicas de todo Estado de Derecho, dónde no existe injerencia de la religión en emisión, interpretación o aplicación de normas legales.

Desgraciadamente estos beneficios no son aplicables a todo el mundo:

Arabia Saudita se "... rige por la sharía, una forma de interpretar el islamismo que no está escrita y que depende de la arbitrariedad de quienes la aplican..."

El resultado: 67 detenidos en Arabia por vestirse de mujer

No es que fomente que hombres se vistan de mujer, personalmente me resulta ser completamente irrelevante, pero finalmente ¿a quién demonios le debería importar cómo se viste el vecino? o, incluso, si te importara ¿es motivo suficiente para que le lleven preso?

Es un riesgo permitir que las normas religiosas, tendientes a cumplir con supuestos fines supra terrenales y subjetivos sean convertidos en normas objetivas, de cumplimiento coercitivo y punible, sobre todo cuando éstas ni siquiera están escritas.

Resulta ser absurdo que en estos países se penen estas situaciones cuando se permite y fomenta legalmente la pedofilia , donde se discrimina y violentan los derechos de la mujer, se fomenta y legaliza la violación sexual, entre muchos otros abusos

Nuevamente recalco que afortunadamente en nuestros países se ha lograda una separación entre Estado y religión en una gran medida y tenemos la obligación de mantenerlo así y conseguir la separación total, ya que la otra cara de la moneda es lo que ocurre allí.

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