martes, 7 de octubre de 2008

Las creencias religiosas se debilitan por el avance científico

En una nota de LaFlecha, aparece un reportaje a Steven Weinberg , físico estadounidense ganador del Premio Nobel de física en 1979 donde básicamente menciona 4 aspectos que denomina "fuentes de tensión" entre la religión y la ciencia.

Se los copio y menciono algunas ideas de cada uno:

La primera de ellas es el hecho de que la religión haya tomado gran parte de su fuerza de la observación de fenómenos misteriosos como los terremotos, las enfermedades, los truenos, etc, que parecerían requerir para su existencia de la intervención de algún ser divino.


Actualmente y como antes mencioné en otra entrada, la idea de Dios solamente se utiliza para tratar de conocer situaciones que desconocemos aún: que hay después de la vida, por qué nos ocurren la cosas y por qué estamos en el mundo, es decir si existe un fin en sí mismo de la vida.

Es difícil determinar si estas situaciones tendrán alguna explicación, pero lo que no es difícil y es un hecho comprobado es que a medida que más avanza la ciencia y da mayores explicaciones a los fenómenos naturales, menor es la idea de influencia divina en lo que ocurre a nuestro alrededor.

Una segunda fuente de tensión entre religión y ciencia se deriva del hecho de que las explicaciones científicas hayan aumentado las dudas del rol especial del ser humano en el mundo.


Anteriormente la idea del rol humano en el mundo era buscar su salvación y, dependiendo de la religión que se profesara, realizar o dejar de hacer una serie actos o rituales para lograrlo. No había otro fin.

Actualmente, las personas se han ido convenciendo que la vida en sí misma es un fin por lo que no es necesario buscar explicaciones posteriores.

Una tercera fuente de tensión entre ciencia y religión ha sido más revelante para la cultura islámica que para la cristiandad. Alrededor de 1100, el filósofo sufí Abu Hamid al-Ghazzali argumentó en contra de la idea de las leyes de la naturaleza. Siendo como fue el filósofo islámico más influyente, sus ideas ayudaron a que el Islam rechazara la ciencia. Un reflejo de este rechazo fue la quema de todos los textos médicos y científicos llevada a cabo en Córdoba en 1194.


Afortunadamente la época del oscurantismo está desapareciendo.

El negar las leyes de la naturaleza significa obligatoriamente negar los principios que nos rigen y consecuentemente, cualquier conocimiento derivado de ellos.

Eso es suicidio.

La cuarta fuente de tensión entre ciencia y religión es la siguiente: las religiones tradicionales se basan en la autoridad, representada por un líder infalible (un profeta, un Papa, un Imán) o por un texto sagrado, como la Biblia o el Corán. Los científicos se apoyan también en autoridades, pero de otra índole. Si quiero comprender la teoría de la relatividad, buscaré información escrita por un experto. Pero siempre sé que dicho experto podría estar equivocado. Para los científicos, ni siquiera los héroes de la ciencia, como Einstein, son considerados como profetas infalibles.


Actualmente se ha perdido la calidad divina y despersonalizado la figura del conocimiento para convertirse en lo que verdaderamente es: una serie de hechos sujetos a prueba independientes de quién o qué los haya provocado.

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